BELFAST: MEMORIAS DE LA INFANCIA

BELFAST: MEMORIAS DE LA INFANCIA

Las memorias del pasado, sobre todo de la infancia, suelen ser la inspiración de muchos artistas y autores. Esos recuerdos que marcaron a las personas a temprana edad, luego son revisitados para dar forma a nuevas experiencias, siempre distorsionadas por la mediación del tiempo. Algo de eso sucede en Belfast, la película de Kenneth Branagh donde, en calve semi autobiográfica, recupera sus recuerdos de infancia en la capital de Irlanda del Norte.

La historia de Belfast es la de un niño, Buddy (Jude Hill), que vendría a ser un alter ego del propio Branagh. Este chico vive muy tranquilamente con su Ma (Caitriona Balfe, Outlander) y su Pa (Jamie Dornan, Fifty Shades of Grey). Pasa sus días jugando en las calles de Belfast con sus amigos o en casa con su hermano Will (Lewis McAskie), su abuelo Pop (Ciarán Hinds, There Will Be Blood) y su abuela Granny (Judi Dench, Notes on a Scandal). Pero los problemas económicos de la familia y, principalmente, el estallido del conflicto político-religioso en Irlanda interrumpen la tranquilidad de los días.

BELFAST

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EL ESTALLIDO EN BELFAST COMO ESCENARIO

Ante todo, hay que decir que Belfast no es una película estrictamente política. Si bien el conflicto que sacudió al Reino Unido a fines de los 60 está mostrado y es influyente, no deja de ser un telón de fondo o una suerte de contexto. Lo fundamental en la obra es la familia, el amor, la amistad y las relaciones comunitarias que, por supuesto, se ven afectadas por la violencia de las calles. El punto de vista siempre es el de Buddy y, por lo tanto, el de un niño. Esto significa que la mirada es necesariamente infantil e idealizada. Recurso válido, ya que eso le da un aire de “puesta en escena” que funciona muy bien. No estamos viendo una representación realista del conflicto político, ni siquiera de la familia. Es una retrospectiva en donde la memoria, como siempre, se presenta distorsionada.

El espíritu de la película es el de una colección de recuerdos. Cada escena es una viñeta, un momento que queda grabado en la memoria del niño, durante esos días agitados. Una tarde de juegos en familia, un consejo del abuelo o el primer encuentro con la violencia en las calles, son algunos de esos fragmentos de memoria. Con humor e ironía, retrata una época y una visión del mundo. Cuestiones como la religión, la familia y lo que significa ser irlandés, forman parte de los diálogos más divertidos, a la vez que interesantes.

BELFAST

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EL RECUERDO Y LA PUESTA EN ESCENA

Visualmente, hay enormes aciertos en Belfast. Desde una suerte de autoconciencia de la cámara para mostrar cierta puesta en escena, hasta la fotografía en blanco y negro con enorme nivel de detalle. En el medio, una composición de planos fragmentados, que funciona como metáfora en muchos niveles: político, familiar y generacional, entre otros. Suele haber una ruptura de un momento feliz, en donde sobreviene la tragedia. Y ese quiebre, viene acompañado por un encuadre o una sucesión de planos que lo reafirman. Por otro lado, el uso de la profundidad de campo para construir dos o tres espacios en el mismo plano es alucinante. Y esa misma economía de la imagen se ve en el guion, al que no le sobra ni una coma, dando una de película de apenas 98 minutos, toda una rareza hoy en día.

Hay dos momentos en los que la imagen retoma el color y, justamente, son referencias artísticas. Al retratar el cine y el teatro, Belfast abandona el blanco y negro. Y esto puede dar cuenta tanto de la influencia sobre el autor de estos hechos artísticos, como también evidenciar el recurso de la puesta en escena. Es como si la propia película nos estuviera aclarando, por si hiciera falta, que la imagen es un artefacto, una construcción. Y el color, o la ausencia del mismo, es un recurso más de los tantos que hacen sentido a la película. La memoria es vista en blanco y negro, pero el arte se refleja tal cual en su momento: es perdurable.

BELFAST

BELFAST

EL SENTIDO ESTÉTICO DE BELFAST

Paradójicamente, la belleza de las imágenes es uno de los puntos que algunos críticos encuentran problemáticos. A Belfast se le reclama que todos los planos son extremadamente cuidados, pero que eso no aporta ninguna función dramática. El preciosismo estético, ¿hace sentido con el drama? Podríamos pensar que lo que muestra es, justamente, la mirada idealizada e inocente del niño. O, incluso, ya no del niño, sino del adulto en el que se convirtió y rememora esa etapa de su vida. Además, el efecto estético se justifica a sí mismo. Después de todo, la película también es un paseo además de una narración, y no hay mejor cosa que pasear por paisajes hermosos.

Belfast es un torrente de emociones transmitidas desde la belleza de la imagen. Sí, vamos a llorar, pero también hay espacio para las risas, la ternura y el amor. Y todo sin caer en golpes bajos y manteniendo una fluidez en la narración que nunca se interrumpe. Los abuelos, Judi Dench y Ciarán Hinds (que nació justamente en Belfast), recibieron ambos su merecida nominación al Oscar. Sus actuaciones están entre lo mejor de la película, y protagonizan algunos de los momentos más emocionantes. También es para destacar lo que hace Jude Hill en su debut en la gran pantalla. Por supuesto, allí hay mérito del director. Según cuentan, en muchas ocasiones dejaban la cámara grabando en secreto y convencían al niño de que se trataba de un ensayo, para que se sintiera más relajado. Muchas de las imágenes tomadas de esa manera quedaron en el corte final.

CINE

BELFAST

REFERENCIAS E INFLUENCIAS

Además de todo lo dicho, Belfast cuenta con una gran cantidad referencias culturales. Por un lado, a la cultura pop: películas como Chitty Chitty Bang Bang o The Man Who Shot Liberty Valance, así como la elección de un cómic muy particular. Esto marca una serie de influencias del autor, que seguramente lo han marcado en su infancia. Agreguemos que la música está superpoblada de canciones de Van Morrison, el legendario músico nacido justamente en Belfast. Unas diez canciones suyas están en el soundtrack, incluida una composición original que le valió la nominación al Oscar.

Branagh, por su parte, cuenta con la postulación al mejor guion original, con altas chances de ganarlo. A esto se agregan las dos nominaciones posiblemente más importantes de los Oscar: mejor dirección y mejor película. Por supuesto, la competencia es pareja y nada asegura que vaya a quedarse con uno o varios premios. Pero, sin dudas, Belfast  es una de las favoritas para el próximo 27 de marzo, y méritos no le faltan.

 

BILARDO, EL DOCTOR DEL FÚTBOL: LA OTRA CARA DEL ÍCONO

BILARDO, EL DOCTOR DEL FÚTBOL: LA OTRA CARA DEL ÍCONO

HBO Max continúa el auge de los documentales deportivos con una producción que hará emocionar a más de un futbolero. Carlos Salvador Bilardo, ídolo de Estudiantes de la Plata que alcanzó la gloria en la Selección argentina, tiene, como todos, luces y sombras.

Similar a la figura de Diego Maradona, del doctor (se recibió de ginecólogo) se habló largo y tendido y pareciera que ya se conocen todas las anécdotas que demuestran su particular forma de trabajar y vivir. Sin embargo, la docuserie propone una mirada más íntima con material inédito de su vida personal ya que su esposa Gloria y su hija Daniela aportaron grabaciones caseras. 

La plataforma de streaming realizó una presentación con los creadores de la serie que contaron detalles y anécdotas de la realización. Se trata del director Ariel Rotter, los guionistas Gustavo Dejtiar y Sebastián Meschengieser y los productores ejecutivos Federico D’Elía y Alejandro Turner

Bilardo, sus creadores

Alejandro Turner (prod. ejecutivo), Federico D’Elía (prod. ejecutivo), Sebastián Meschengieser (guionista), Ariel Rotter (director), y Gustavo Dejtiar (guionista).

“La parte muy buena que tiene el documental es que aparezcan Gloria y Daniela, los nietos, todo su entorno, para poder contar más del personaje”, comentó D’Elía, que incursionó en un nuevo rol como productor ejecutivo. “No fue sencillo convencer a Daniela pero cuando vio que lo que queríamos hacer era serio y con mucho respeto, terminó aceptando. Su participación y la videoteca son dos joyitas del documental”. 

Y si hablamos de joyitas, hay que destacarle a los creadores el haber conseguido el testimonio de César Luis Menotti, el gran antagonista del Loco, campeón con la Selección en el Mundial 1978 en nuestro país. “Era imposible contar la historia de Bilardo sin tener a Menotti. No esperábamos un reconocimiento pero se refirió a él con respeto. Teníamos la sensación de que el tiempo había puesto las cosas en su lugar y que si Carlos estuviera bien podrían quizás sentarse a tomar un café”, explicó Turner.

Bilardo, el doctor del fútbol (HBO Max)

Rotter destacó también el trabajo de archivo, que fue uno de los más arduos en la realización de la docuserie. Por un lado, debían contar con las imágenes para contar la trayectoria de Bilardo como jugador y entrenador. Por el otro, se presentaba la aventura de descubrir el lado B de la persona pública. “Tuvimos el privilegio de ver horas y horas de material y a la vez fue una condena porque siempre aparecía una caja más. El equipo tenía que tener la sensibilidad de encontrar las perlitas que describían al personaje”, detalló el director. Por su parte, Turner comentó: “Me sorprendió reconstruir la pelea de Bilardo, lo que sufrió en lo personal para lograr lo que logró. Eso se contrapone mucho al Bilardo gracioso que conocen los más chicos. Es una revelación”.

Las imágenes inéditas son el punto más alto de la producción. A lo largo de cuatro episodios de 45 minutos aproximadamente, la serie recorre vida y obra de una de las figuras más simpáticas y a la vez controversiales, del fútbol argentino. El doctor marcó la historia del deporte por su innovación táctica y a sus dirigidos por su obsesiva forma de trabajar. Entrenamientos muy largos y horas de reuniones para ver videos eran parte de la rutina de los que serían campeones del 86. El grupo recuerda lo dura que fue aquella época previa al Mundial, en la que la Selección no lograba un buen funcionamiento y las críticas eran muy crudas, pero al hablar de Bilardo no pueden evitar que se les asome una sonrisa. 

Luego de haber entrevistado a familiares y a figuras como Oscar Ruggeri, Ricardo Giusti, Diego Simeone, Sergio Goycochea, Juan Sebastián Verón, Jorge Burruchaga, Nery Pumpido, Sergio Batista y Miguel Ángel Russo, entre tantos otros,  los creadores contaron qué aspectos en común encontraron. “Todos, sin excepción, dijeron que él era el primero en estar siempre”, dijo D’Elía, mientras que Dejtiar resaltó sus contradicciones: “Carlos es el que estuvo cuando una persona tuvo dificultades con un embarazo, acompañó y fue el mismo que después no entró al cumpleaños porque una tortuga en la puerta le pareció mufa”. 

Bilardo, el doctor del fútbol se estrena mañana en HBO Max y es una propuesta imperdible para que futboleros y no futboleros conozcan la esencia de una figura que marcó nuestra historia y folclore. 

THE POWER OF THE DOG: LA CANDIDATA DE NETFLIX

THE POWER OF THE DOG: LA CANDIDATA DE NETFLIX

THE POWER OF THE DOG: LA CANDIDATA DE NETFLIX

Hace ya varios años que Netflix intenta llevarse la estatuilla de Mejor Película en los Oscar y se queda con las ganas. En el 2019, Roma de Alfonso Cuarón no pudo ante Green Book de Peter Farrelly. En el 2020, The Irishman de Martin Scorsese perdió ante la genial Parasite de Bong Joon-ho. Y el año pasado, Nomadland de Chloé Zhao le ganó la pulseada a Mank de David Fincher. La tercera no fue la vencida, aunque tal vez lo sea la cuarta. Porque este año, además de la discutible Don’t Look Up de Adam McKay, la productora apostó fuerte a The Power of the Dog, de la prestigiosa directora Jane Campion. Y esta sí que es una favorita a quedarse con el premio, aunque la competencia no sea sencilla.

THE POWER OF THE DOG

THE POWER OF THE DOG

ESTO NO ES UN WESTERN

La historia tiene lugar en Montana, en 1925. Un par de hermanos con buen pasar se hacen cargo del rancho de la familia, aunque tienen personalidades muy diferentes. Phil, interpretado por Benedict Cumberbatch (Doctor Strange), es duro y agresivo aunque muy popular y extrovertido. En cambio George, encarnado por Jesse Plemons (I’m Thinking of Ending Things), es sensible e introvertido. Esta antítesis de personalidades comienza a generar rispideces cuando George formaliza una relación con la viuda Rose Gordon (Kirsten Dunst). Cuando ella y su hijo Peter (Kodi Smit-McPhee) se mudan a la casa de los hermanos, el conflicto comenzará a ser cada vez más evidente.

A The Power of the Dog se la cataloga como un neo-western, aunque es mucho más que eso. Como en toda reformulación de géneros clásicos, suele existir una mezcla de elementos disruptivos o que provienen de otros géneros. Es un fenómeno muy actual la ruptura de rigideces para escapar a las etiquetas y las clasificaciones. Por eso, es posible también afirmar lo contrario: The Power of the Dog no es un western, aunque toma elementos del mismo. De hecho, los usa de una manera muy ingeniosa. Asume que el género está tan instalado en el inconsciente colectivo, que reacomoda algunos de sus motivos principales de maneras insospechadas. Todo el preconcepto que uno tiene sobre el western juega a favor del engaño, para sorprendernos con capas y capas de sentidos. El deber, la justicia, el duelo… Se juega con la expectativa, se distorsiona y, en algunos casos, se rompe por completo.

THE POWER OF THE DOG

THE POWER OF THE DOG

EL PODER DE LA ELIPSIS

La atmósfera que se respira en la película es de angustia total. Hay una tensión constante que se palpa; se presiente que algo está por estallar. Sin embargo, eso no necesariamente sucede en cámara. Ahí está la magia de la elipsis y la pericia de la directora. Uno termina de ver The Power of the Dog y siente que algo lo ha atravesado. Los detalles y lo no dicho se resignifican al final, e incluso después de varias horas seguimos dándole vueltas y vueltas al asunto. ¿Qué acabo de ver? ¿Qué historia me acaban de contar? Uno se siente afectado pero no entiende bien por qué.

Hay sentimientos encontrados, hay matices. La construcción de los personajes, que evolucionan a lo largo del relato, es profunda, llena de recovecos. Uno no termina de conocerlos completamente, pero alcanza a ver su esencia que, como la de todos, es compleja y por momentos contradictoria. Por supuesto, esto representado a la perfección por el elenco. Cada uno de los escasos cuatro personajes, que ocupan casi la narración entera, tiene algo trascendente que decir o hacer. Todos tienen su rol en esta suerte de indagación sobre cuestiones como la sexualidad y la masculinidad, pero también acerca de las imposiciones sociales y el legado de los que ya no están.

El manejo del tiempo en The power of the Dog es impecable. La historia, que por momentos parece desarrollarse lentamente, acelera en el momento preciso para discurrir en el desenlace. Pero, además, hay un poder de condensación asombroso. Una frase, un gesto, un sonido o una mirada, pueden contener infinitos significados. Significados que, además, se van agregando como capas hasta el último segundo de las más de dos horas de metraje.

THE POWER OF THE DOG

THE POWER OF THE DOG

CANDIDATA AL OSCAR

El final es revelador, pero de un modo no artificioso. Es consecuente: todo estaba ahí, lo fuimos viendo. El engaño está, pero la película no “hace trampa”, no nos miente en ningún momento. Tal vez la forma de generar ese engaño sea el hecho de que los valores están subvertidos. Uno tiende a empatizar con uno u otro personaje en base a dos cuestiones: el protagonismo (nadie se identifica con un extra) y las acciones (cómo actúa, qué siente, qué cosas le pasan). Lo primero, es una decisión casi exclusiva de la película, en particular del guion y la dirección. Pero las acciones no siempre identifican de la misma manera. Obviamente, la mirada que el film tiene de los personajes influye, pero también hay mucho que aporta el espectador. Y ahí está la clave: en The Power of the Dog la empatía con los personajes es lo que nos engaña.

Campion decidió adaptar la novela homónima de Thomas Savage de 1967 luego de varios años sin dirigir películas. Su último largometraje, Bright Star, es de 2009. Esta la segunda vez que obtiene una nominación a mejor película. La anterior fue por The Piano, en 1993, cuando también compartió terna con Steven Spielberg, al igual que ahora. En aquella oportunidad, Schindler’s List se quedó con el máximo premio, aunque al menos la directora se quedó con la estatuilla por el guion. Queda poco para saber si este neo-western/drama/thriller será la mejor película del año, y el premio tan merecido para Jane Campion.

 

SPENCER: EL TRASTORNO DE LA REALEZA

SPENCER: EL TRASTORNO DE LA REALEZA

El celebrado director chileno Pablo Larraín vuelve a la carga con otra historia basada en hechos reales. Parece que esta es su especialidad, donde se destaca Jackie, que consiguió tres nominaciones a los Oscar. Aquella película de 2016 retrataba a Jacqueline Kennedy, primera dama de EE.UU., tras el asesinato de su marido JFK. En Spencer, recientemente estrenada, hace algo similar con la princesa Diana en un momento crítico de su vida. Y el resultado es magistral, tal vez incluso mejor que la anterior, aunque le valgan menos nominaciones.

La historia de Spencer – apellido de soltera de Lady Di – transcurre en escasos tres días de los festejos de navidad en 1991. En la casa de campo de Sandringham, se reúne toda la familia real para pasar la fiesta. Diana, interpretada por Kristen Stewart (Twilight), sufre enormemente su estadía, en un matrimonio que ya la tiene a mal traer.

SPENCER

SPENCER

LADY KRISTEN

Toda esta historia ya conocida, es mostrada desde el punto de vista de la princesa de manera muy personal y profunda. La película está llena de virtudes, pero es imposible no empezar por destacar la enorme actuación de la protagonista. A Stewart le valió la nominación al Oscar a la mejor actriz, y bien merecido. Se trata del mejor trabajo de la actriz de la saga Twilight hasta la fecha. La vulnerabilidad de Diana, pero también su fuerza y su inconformismo frente a las situaciones que vive, se ven en cada gesto. El compromiso de la actriz para representar el desorden alimenticio es admirable. Y un detalle no menor: el acento, que no es fácil de realizar con tanta naturalidad, es imitado a la perfección.

Y ya que andamos con las actuaciones, Sally Hawkins (The Shape of Water) tiene un rol corto pero brillante. En su interpretación de Maggie, la amiga de la princesa, da pinceladas que son algunos de los momentos más emotivos y bellos. Y resulta también un alivio para tanta tensión. Timothy Spall (Mr. Turner), como el infranqueable Gregory, acompaña perfectamente manteniéndose recto y severo, siempre generando cierto desprecio. Y los hijos, ambos debutantes, le aportan frescura e inocencia en momentos puntuales.

SPENCER

SPENCER

LA MANO DEL DIRECTOR

Afortunadamente, existen muchas otras cosas positivas en Spencer además de las actuaciones. Quizás la más destacable sea el clima que sostiene a lo largo del film, mérito casi exclusivo del director. El sentimiento de encierro es logrado tanto por el guion como por la cinematografía. Los primero planos, con encuadre sumamente cerrado, en los momentos de mayor tensión generan esa sensación, a la vez que permiten ver el detalle de las expresiones de Stewart, implacable a la hora de sumergirnos en los sentimientos de la princesa. La empatía es tal, que es como si el collar que asfixia a Diana lo lleváramos puesto nosotros mismos. Esto se combina con planos abiertos más descriptivos, que muestran la opulencia y grandilocuencia de la posada donde transcurre la película. Y los interiores, generalmente en composiciones simétricas, con los elementos perfectamente acomodados, dan cuenta de la rectitud de los protocolos reales.

Esa combinación de planos está presente en toda la película. Se genera un contraste perfecto entre dos mundos: el de la persona, mujer y madre, por un lado, y el de la princesa, por otro. A esto agreguemos una fotografía que resalta colores cálidos y sutiles, enfrentados a la frialdad de los ambientes nocturnos, en especial el de la noche que casi termina en tragedia.

SPENCER

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LA HISTORIA DE SPENCER

El guion de Spencer también está muy bien, ya que todo esto se logra sin caer en explicaciones excesivas. Da por sabidas muchas cosas, pero deja entrever lo necesario para comprender la transformación de la Princesa de Gales. Los detalles van contando progresivamente un desenlace que no por conocido deja de ser potente. Aunque no conozcamos la historia, podemos identificarnos con el sentimiento de Diana y comprender qué cosas la perturban. Y esto da pie a ciertos momentos surreales o de “terror psicológico” que pueden parecer excesivos, pero son necesarios para la historia que se pretende contar.

Porque no se trata de mostrar una historia de buenos y malos. No es la idea hacer ver a la realeza como maltratadora, aunque algo de eso exista. Un punto clave en el guion de Spencer, que incluso está en boca de los personajes, es que ninguno es “completamente malo”. Todos tienen su lado amable y hasta compasivo, pero están sujetos a su rol en la corona más que a su condición humana. Y eso es algo que Diana no puede ni quiere soportar. No se quiere convertir en una más de esa maquinaria insensible y conservadora.

SPENCER

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MÚSICA Y VESTUARIO: DOS ACIERTOS

Párrafo aparte para la música de Jonny Greenwood, el virtuoso instrumentista y compositor, guitarrista de Radiohead. La utilización de melodías de jazz transmite las sensaciones de la protagonista de manera magistral. Con toques excitantes y perturbadores, la música genera tensión dramática con un poder increíble. Este gran músico estuvo bastante ocupado en el año 2021, ya que no solo creó las piezas de Spencer. También se involucró en la de The Power of the Dog, por la que está nominado al Oscar. Y, por si fuera poco, compuso música incidental en Licorice Pizza, en su enésima colaboración con Paul Thomas Anderson.

A esto hay que agregar que el vestuario no solo es hermoso, sino útil para la trama. Cada uno de los vestidos de Lady Di está inspirado en un look real. El talle y la pérdida de peso son tematizados. Además, el acto mismo de vestirse para cada ocasión, siguiendo un riguroso protocolo, es abrumador. Y, como frutilla del postre, hay elementos del vestuario que cobran valor simbólico por sí mismos.

En definitiva, Spencer es una película que conmueve y transforma a cualquiera que la vea. Todo está pensado y ejecutado a la perfección, todo funciona para meternos en la cabeza de una atormentada Princesa de Gales.

MUERTE EN EL NILO: INTRIGA A BORDO

MUERTE EN EL NILO: INTRIGA A BORDO

“Admiro cuán prolífico es lo que hizo, es impresionante cómo logra mantener la atención del lector”, decía el actor y director Kenneth Branagh sobre Agatha Christie en una entrevista con The Guardian. Se preparaba para estrenar Asesinato en el Expreso de Oriente en el 2017, película que dirigió y en la que interpretó a Hércules Poirot, el famoso detective que protagoniza la mayoría de las historias de Christie. 

Si bien el film no obtuvo muy buenas críticas tanto de expertos como de fanáticos de la novelista, cinco años después Branagh presenta su segunda adaptación, Muerte en el Nilo, que logra superar a su antecesora en cuanto a mantener el misterio y al mismo tiempo el dinamismo con el que se producen los distintos hechos clave de la narración.

LA INTRIGA EN MUERTE EN EL NILO

Linnet Ridgeway es una de las mujeres más ricas de Inglaterra y de una belleza irresistible. Cuando está a punto de casarse con un un médico, acorde con su estatus, conoce a Simon Doyle y ambos se enamoran al instante. El conflicto recae en que él está comprometido con una de las amigas más cercanas de Linnet, Jacqueline de Bellefort, que queda destrozada cuando Simon la abandona y se casa con la joven millonaria. Obsesionada, los persigue a adondequiera que van en busca de venganza.

La pareja decide pasar su luna de miel en Egipto con un grupo selecto de invitados sin imaginarse que su viaje va a convertirse en una pesadilla. Afortundamente, allí también se encuentra Hércules Poirot, que debe intervenir cuando se produce un asesinato a bordo del barco Karnak en su travesía por el Nilo.

Dejando de lado la ya conocida y trabajada personificación de Branagh como Hércules Poirot (leyó, en orden cronológico, todas las novelas donde aparecía el detective como parte de la preparación), es un acierto la elección de Gal Gadot (Wonder Woman) como Linnet Ridgeway y Emma Mackey (Sex Education) como Jacqueline de Bellefort. Interpretando a mujeres completamente opuestas e hipnóticas a la vez, la israelí se luce como la millonaria que todo lo consigue desplegando su belleza como Cleopatra. De hecho, hay un momento en que Linnet se disfraza de la reina egipcia en un claro guiño a la intención de Gadot de realizar una película sobre ella. Por su parte, Mackey logra una antagonista que se debate entre su obsesión y la cordura sin que el papel se sienta exagerado o forzado.

El elenco cuenta con otras figuras como Annette Bening, Russell Brand, Letitia Wright, Sophie Okonedo, Rose Leslie, Ali Fazal y Armie Hammer, que en 2021 fue acusado de abuso y canibalismo. La polémica con Hammer fue uno de los tantos problemas que tuvo que sortear Muerte en el Nilo, que debería haberse estrenado en el 2019 pero se retrasó cuando Disney compró FOX y con el comienzo de la pandemia de COVID-19. 

MISTERIO Y RESOLUCIÓN

Como en toda película del género whodunit (¿quién lo hizo?) es fundamental que el misterio se sostenga hasta la resolución final. En este sentido, la literatura cuenta con ventaja por sobre el cine, ya que puede extenderse desarrollando cada personaje para que el lector desconfíe de todos y mantenga el interés. Muerte en el Nilo logra esto último con un segundo acto más dinámico que el primero, luego de que se presentan los sospechosos. La forma en que se desarrollan los hechos clave luego del asesinato. la atención en los detalles y cómo Poirot va uniendo las piezas del rompecabezas hacen de ésta un adaptación sólida y entretenida. 

Otro aspecto a destacar es la inclusión, al comienzo de la película, de un flashback sobre la experiencia de Poirot en la Primera Guerra Mundial. Si bien es invención de Branagh y su guionista, Michael Green, y no de Christie, aporta una visión diferente para profundizar en el personaje y comprender cómo su pasado influye en la manera de utilizar sus “pequeñas células grises”.

Teniendo en cuenta que muchas de las novelas de Christie son clásicos indiscutidos, Branagh mantuvo sin grandes cambios la historia original de Muerte en el Nilo. Para los fanáticos de la autora (me incluyo en ese grupo), esta adaptación es una evolución de Asesinato en el Expreso de Oriente. Sin embargo, el desafío del actor y director es atraer a quienes no se hayan embarcado en la aventura de preguntarse: “¿quién lo hizo?” junto a Poirot y su enfoque más bien sobrio puede ser un problema.

Comparando estilos, una de las películas whodunit que tuvo mucho éxito recientemente fue Knives Out (2019). Dirigida y escrita por Rian Johnson, que de hecho se inspiró en las obras de Christie, le aportó frescura al género apuntando al dramedy. Si bien mantiene la fórmula de sostener el misterio y sospechar de todos, la propuesta se siente mucho más moderna gracias a un guion más “descontracturado”.

Es por esto que a parte de la audiencia quizás le resulte tedioso el camino elegido por Branagh. Lo que sí se puede aventurar es que por la fidelidad y admiración a la obra original que demuestra, varias historias más de la “dama del misterio” van a tener su adaptación en los próximos años.